Inteligencia emocional en el trabajo
El cuerpo humano y más concrétamente el cerebro, es un auténtico misterio. Inteligencia Emocional es un libro que tiene grandes dosis de conocimiento sobre temas que hasta hace poco no se sabía prácticamente nada y que a día de hoy quedan muchísimas cosas por descubrir. Daniel Goleman, el autor de este libro publicado en 1995, hizo un gran trabajo para la divulgación de algo que ha sido transcendente no solo en lo personal, sino que también está teniendo una gran repercusión en el tejido empresarial.
La diferenciación de la razón y el corazón de la que tanto se ha hablado, escrito y representado artísticamente ahora tiene una explicación científica que nos ayuda a gestionar los grandes problemas a los que se enfrenta la sociedad moderna. Como se explica en el libro, las tendencias a desequilibrios, depresiones, ansiedad, estrés… y sus desastrosas consecuencias han ido en aumento en las últimas décadas y desafortunadamente, las expectativas no son muy alentadoras. Los grandes cambios que la humanidad ha vivido desde la revolución industrial suponen un reto evolutivo inafrontable. En tan solo 200 años no se puede cambiar disruptivamente algo que ha supuesto miles de años de adaptación. Esto nos confunde, y hace que reacciones emocionales que antes eran adecuadas, ahora estén desfasadas y cada vez nos apartamos más de lo que somos. La respuesta a esta problemática está transformando la visión de las organizaciones, que se están dando cuenta que la creatividad y la gestión del talento son activos cada vez más cotizados.
Hoy se valoran las ideas creativas, los buenos líderes, equipos de trabajo diversos y multiculturales, flexibilidad… Aspectos intrínsecamente ligados a la inteligencia emocional.
La literatura de RRHH o gestión de personal, ha evolucionado, y pasa de tratar a las personas como máquinas, a darse cuenta que lo racional no es todo, que tenemos una vertiente emocional y esto hace que seamos impredecibles, o como se conoce en la estrategia empresarial: VUCA (Volatility, Uncertainty, Complexity, Ambiguity). El estudio de esta nueva dimensión de inteligencia tiene un gran valor en los tiempos de cambio frenético en los que nos encontramos. Las ideas toman gran protagonismo y tenemos la oportunidad de converger hacia un sistema en el que las máquinas nos quiten la carga de los procesos automatizados y las personas se encarguen del proceso creativo. Esto es algo que nos vuelve a acercar a lo que somos y que las organizaciones, en mayor o menor medida ya están viviendo.
Cuando hay personas por en medio, todo se complica. La planificación de un proyecto puede estar muy bien estudiada, con argumentos racionales. Pero a la hora de implementar el proyecto aparecen dificultades. Puede que un operario no se encuentre motivado, no tenga ideas tan frescas o simplemente se haya resfriado. Gestionar las emociones, estudiarlas e introducirlas dentro de la planificación empresarial otorgando la flexibilidad que las personas necesitan, eliminaría muchas fricciones y conflictos. No está de menos nombrar las numerosas mejoras que necesita nuestro sistema en cuanto a conciliación, igualdad de género y una regulación real, para evitar que haya trabajadores en condiciones precarias. Todo esto hará que el trabajador se sienta comprendido, se identifique más con el proyecto, que esté más motivado y sea más eficiente.
En definitiva, la inteligencia emocional es clave, para sacar a relucir el potencial y desarrollar el rendimiento y el talento de las personas. Es algo fundamental para tener líderes y equipos motivados y que generen ese engagement tan buscado. Ser equilibrado en las emociones es muy importante para el entorno personal y esto se extrapola a lo profesional, dos mundos que cada vez están más ligados. Mente sana y cuerpo sano son sinónimo de felicidad.