Clases, horarios, y por qué te duermes en ellas
De entre todos los seres humanos existentes en el mundo, con todas sus variaciones, con todas sus clases, con todos sus matices independientemente de en qué continente hayan nacido siempre he opinado que existen tres grandes grupos claramente diferenciables. Dependiendo de como duermen.
En primer lugar, nos encontramos con un amplio grupo de aquellas personas que se despiertan por las mañanas como una rosa, es decir aquellas personas que duermen de forma apropiada, e incluso en aquellos casos en los que cuando duermen de menos se siguen despertando increíblemente despiertos. Estas personas suelen ser las que cuando llegan altas horas de la noche lentamente dejan de funcionar y su energía paulatinamente va disminuyendo, como una batería que se va apagando.
En segundo lugar, nos encontramos con aquellas personas que por mucho que duerman la cantidad óptima de horas se despiertan siempre cansados, y les cuesta lo indecible arrancar. Necesitan la fuerza de un café o varias horas para poder despejarse. Este grupo a pesar de levantarse hechos polvo suelen ir ganando energía conforme pasa el día de forma que por la noche suelen estar mucho más activos que los del primer grupo. Podemos conocer a este grupo como nocturnos.
Finalmente, en tercer lugar, nos encontramos con unos pocos privilegiados que parece que hagan lo que hagan siempre están cargados de vitalidad y energía, vengan de un crucero de 3 semanas, de un mes de exámenes o de un Interraíl, estos sujetos siempre están listos y preparados para lo que venga.
Si tuviera que situarme en uno de los 3 grupos que he mencionado anteriormente sin duda alguna me situaría en el segundo grupo ya que a día de hoy duerma lo que duerma me levanto cansado, después de varios años enfadándome conmigo mismo he decidido investigar un poco al respecto, y de entre todas las conclusiones a las que uno llega tras llevar a cabo una investigación he encontrado una muy interesante.
Puede parecer obvia y absurda, pero a pesar de que es algo que todos intuimos, no por ello hacemos caso ni mucho menos. La investigación llevada a cabo por académicos de las universidades de Harvard, Oxford y Nevada viene a explicarnos que no debemos aplicar el mismo horario nocturno a los seres humanos de distintas edades.
Al igual que no debemos dormir las mismas horas no debemos acostarnos ni despertarnos a las mismas horas en edades diferentes. Esto se hace especialmente patente en la adolescencia. Según los estudios llevados a cabo en estas tres universidades, los ciclos del sueño de los adolescentes tienen ligeras peculiaridades respecto de los de los adultos, de forma que prácticamente hasta las 10 de la mañana un adolescente no puede estar pendiente y listo para realizar actividad cerebral intensa.
Cuando hablamos de actividad cerebral intensa y adolescentes lo primero que nos viene a la mente es evidentemente las clases y los exámenes. Si realizamos un cálculo sencillo observamos que el horario de las clases en nuestro país va en contra de estos estudios de forma radical. Es decir, las clases comienzan alrededor de las 8 30 – 9 00 en la inmensa mayoría de centros en el Estado Español, y sin embargo los científicos de las más eminentes universidades nos indican que la hora óptima para comenzar a hacer trabajar a la mente es para los adolescentes a partir de las 10 00.
Si nos ponemos a pensar, en la actualidad no se han cambiado los horarios de las clases para que comiencen a esta hora y de esa forma se adapten a las necesidades puramente biológicas de los alumnos.
Y ha de haber una razón detrás de esto.
La razón que yo encuentro es la superposición de los intereses de los docentes, personal administrativo… antes que las de los alumnos, es decir la superposición de los intereses de los adultos antes que las de los alumnos. A pesar de las diferencias existentes en los ciclos del sueño entre adultos y alumnos, es mucho más factible para los profesores comenzar a trabajar a las 10 00 momento en el cual su cerebro ya ha comenzado a funcionar a plena capacidad que para los alumnos comenzar a estudiar a las 8 30 de la mañana.
Hay que indicar que a pesar de que esta contraposición es la más acusada existen muchos otros factores, entre otras actividades extraescolares, llegar más tarde a casa, sentir que se está aprovechando menos el día al comenzar la jornada laboral a las 10 00, y por supuesto la amenaza de ruptura del delicado equilibro ocio-vida laboral.
Vistos la mayoría de factores que engloban la realidad de que las clases comienzan a una hora científicamente intempestiva, es poco prudente tomar una decisión precipitada. Lo que si es lógico y correcto es la necesidad de profundizar más en estos análisis e intentar organizar el sistema educacional de la manera más eficiente y efectiva para los alumnos. No necesariamente por levantarse antes se ha de trabajar mejor.
Nos encontramos con una vez más el dilema que siempre salpica nuestro país. Trabajar más o trabajar de forma más productiva. Siempre he sido un gran fan de las potencias escandinavas, donde se trabaja menos y de forma mucho más eficiente. No necesariamente trabajar más horas es mejor, de hecho, hay numerosos estudios que indican que totalmente, al contrario, según la ley de rendimientos decrecientes llega un punto que trabajar o estudiar más horas es contra productivo.
Si subimos un nivel más, si nos enfocamos en la naturaleza de las cosas nos encontramos con que el problema es más trascendental. Es un problema de modificación de creencias, es un problema de cambio de mentalidad. Es un problema de adaptación, con todos los avances realizados en el siglo XXI llegamos de forma incorrecta a la idea de que habíamos tocado techo, que las cosas ya no se podían hacer mejor.
Y estamos equivocados.
Démosle una oportunidad, imitemos a las sociedades más innovadoras y a los estudios científicos punteros en lo más positivo a la vez que conservamos nuestras tradiciones y cultura más bellas.
Innovemos, crezcamos, y en fin pongamos a trabajar a los alumnos a partir de las 10 00.