#HazteOír y, ya de paso,

ver por un psicólogo

Durante los últimos días he estado haciendo zapping y -aunque no me sorprende- el autobús de Hazte Oír ha coronado todos y cada uno de los informativos y programas que controlaba con mi mando a distancia.

Para quienes no estén enterados de esta noticia, que pocos serán, voy a recoger un breve resumen de la polémica: Un autobús de la organización Hazte Oír ha salido a las calles con el siguiente mensaje: “Los niños tienen pene, las niñas tienen vulva. Que no te engañen”. Este mensaje está recorriendo todos los rincones de España, intentando concienciar de algo que no tiene cabida en este siglo. Mi pregunta hacia los cabecillas de esta atrocidad -porque no se le puede denominar de otra forma- es si no estarán ellos engañados.

Este mensaje estaría bien para épocas trogloditas o, no yéndome tan lejos de la historia, para los siglos de la Santa Inquisición, que ni las brujas tenían el perdón de Dios. Pero, por favor, en el siglo XXI la Real Academia Española ya ha dejado bien claro el significado de tolerancia, respeto y libertad.

Estoy segura de que algunos de los que estéis leyendo este pequeño artículo pensaréis que estoy coartando la libertad de expresión del colectivo de Hazte Oír, pero también estoy segura de que en vuestras casas os han enseñado eso de que cada uno recoge lo que siembra. Por lo tanto, nunca pidas respeto donde no lo hay. La educación forma parte de los colegios y, sobre todo, de los padres, no de un autobús con cuatro ruedas y unos laterales con complejo de pizarra para anotar la “lección”.

He oído y leído por ahí que esta campaña no tendría por qué prohibirse ya que está favoreciendo a la lucha contra la transfobia, pero quiero recordar que este mensaje está destinado al público más vulnerable que hay en la sociedad. En mi opinión, no necesitamos un autobús que nos recuerde lo que tenemos que defender o apoyar, necesitamos rodearnos de gente que juzgue a las personas por lo que son por dentro y no por fuera; necesitamos gente que respete y tolere las decisiones de los demás. Lo que nosotros necesitamos es menos autobuses y más personas.

La última novedad es que a su catastrófico mensaje se les ha añadido los signos de interrogación, quedando este mensaje tal que así: “¿Los niños tienen pene? ¿Las niñas tienen vulva? Que no te engañen”.

Y yo, ante tal situación me pregunto: la gente que hace esto, ¿tiene corazón?

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