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Las “Pellas” (o el mal-arte de saltarse clase)

Las “Pellas” (o el mal-arte de saltarse clase)
02/03/2017 Eduvap Clases Particulares Valencia

Pellas

Las Pellas

(o el arte de saltarse clase)

Hace ya aproximadamente unos 5 años que no voy al colegio. La verdad es que el tiempo pasa demasiado rápido, parece que fue ayer cuando estaba disfrutando en el patio, en clases de educación física o cuando salía corriendo a comer a casa para luego volver y tener clase hasta las 17 30.

Esos días de clase hasta las 17 30 eran definitivamente los más duros de toda la semana y gracias a dios solamente eran unos pocos, martes y jueves si mal no recuerdo. Durante esos días una cantidad de alumnos se quedaban comiendo en el colegio generalmente por imposibilidad de sus padres de cocinar a esa hora o por vivir demasiado lejos del colegio y no tener tiempo de ir y volver en 1 hora y media escasa.

Por suerte para mi llevo todo lo que recuerdo de mi juventud, adolescencia y madurez viviendo en casa de mis padres con mi abuela. Todos sabemos la calidad culinaria de las abuelas y por supuesto la mía no va a ser una excepción.

Siendo una abuela de pueblo Valenciano tradicional resultaría prácticamente imposible que no supiera cocinar de forma sublime y es que a pesar de que algunos lectores se lo puedan tomar como un ataque personal, mi abuela es definitivamente la persona que mejor cocina del mundo.

Tal vez con excepción de Chicote.

Pero bueno, ese no es el tema que quería tratar hoy. Aun así, espero que en un futuro Eduvap dedique una sección entera dedicada a las artes culinarias de las abuelas donde todos los que estamos inmersos en este bellísimo proyecto: alumnos, profesores, familiares y directiva podamos hacer concursos a ver que abuela es la que mejor cocina.

El tema que quería tratar hoy es el de las Pellas, y aunque parece que no tiene nada que ver con la comida de mi abuela tiene que ver bastante. El hecho de que muchos de nosotros nos fuéramos a casa a comer después de un largo día de estudio y deberes desincentivaba totalmente a que volviésemos al colegio después de esa comida deliciosa que tanto invitaba a una buena siesta.

Y de esa forma muchos de los alumnos de mi colegio optaban por lo fácil: hacer pellas.

Yo para seros sinceros creo que no he hecho nunca pellas en el colegio por la sencilla razón de que nunca he sido lo suficientemente valiente para hacerlas y por consiguiente enfrentarme a la ira tanto de mis padres como de los profesores de los Hermanos Maristas.

Muchos de mis amigos sin embargo si las hacían. Se quedaban tranquilamente dormitando o jugando a los videojuegos en vez de volver al colegio a rematar esas dos horas que teníamos los martes y los jueves.

Antes que nada, me gustaría hacer hincapié en que soy un firme detractor de las pellas, por varias razones: la primera es que como estudiantes nuestra obligación es ir al colegio, nos guste más o menos cierto profesor o ciertas clases, la realidad es que nuestras familias y profesores están haciendo un esfuerzo por darnos algo que nunca, nunca podrán quitarnos.

Nuestra educación.

La segunda razón de ir en contra de las Pellas es el hecho de que por todas las historias y experiencias que me han transmitido mis amigos que hacían novillos llegue a la conclusión de que nunca se hace nada realmente útil cuando se hacen novillos.

Ninguno de mis amigos se escapaba de las clases para trabajar, pintar, escribir, leer, practicar música, aprender un idioma o cuidar de un familiar. Se escapaban para dormir, fumar, ver la tele y jugar a videojuegos.

No es que justifique hacer pellas para estas primeras actividades, pero si de por sí hacer novillos es algo poco ético y poco respetuoso hacia nuestros profesores y padres, lo es más todavía para dedicarse a hacer el inútil.

Así que invito a la reflexión a toda persona que haga o se plantee hacer novillos, que sepa que, en primer lugar, es una falta de respeto y una pérdida de dignidad de cara a todas las personas que hacen un esfuerzo para convertirnos en personas cultas. En personas listas para ser seres humanos críticos y plantearle incógnitas a la vida y, en segundo lugar, creedme, escaparse clase para no hacer nada es lo más absurdo de la historia.

Ante la excusa de que las clases son aburridas o que los profesores no hacen absolutamente nada en la clase, casos poco corrientes pero existentes, vale más la pena interesarse, preguntar al profesor, incitarle a recuperar la pasión por sus clases. Defenderse contra la incultura no significa huir de las clases.

Si no te gusta el temario, cuestiona las instituciones, envía cartas, infórmate de los planes de estudios, habla con el director, con el jefe de estudios, ármate, culturízate. Pero no te escapes de clases para fumar o jugar a los videojuegos, ahí no está la felicidad.

A fin de cuentas, los alumnos son los que más deben de pelear por uno de los derechos más vitales que pueden servirles: su Educación.